viernes, 17 de agosto de 2007

In Memoriam

Detalle libro In Memoriam
Caratula In Memoriam. Libro de artista. 2007

In Memoriam. Instalación. 2006.

“…In Memoriam es un nombre que surge desde los espacios postmortem y los monumentos conmemorativos… es una expresión tangible de permanencia o, al menos, de duración; es una prueba de autenticidad… conlleva diferentes temporalidades, traslada al presente por medio de una inscripción un cuerpo o acontecimiento pasado y, al mismo tiempo, en su aspiración de perdurabilidad, se proyecta hacia el futuro. Comprendemos nuestro nombre: EN MEMORIA, como la presencia cargada de la anterioridad de una ausencia”[1].

In Memorian es pasado (dis)continuo, recordado y evocado por medio de un lenguaje pictórico que se caracteriza por una narrativa afectiva, es una propuesta que ofrece un homenaje a un ser querido que ha partido, no como una experiencia general o realidad cotidiana, sino como una experiencia personal pero que establece relaciones entre un colectivo. Este homenaje es un trabajo cargado de palabras visuales e imágenes convertidas en palabra, elementos poéticos íntimos; en el proyecto se pretende revelar claramente la mirada frente a la muerte a partir del arte.

QUOTIDIE MORIMUR es decir Morimos cada día; cada momento de nuestra existencia es un paso hacia la muerte, aún así la muerte continúa siendo uno de los grandes interrogantes del ser humano en su travesía por el mundo. Decía Fustel de Coulanges (1864), “Posiblemente fue a la vista de la muerte cuando el hombre tuvo por primera vez la idea de lo sobrenatural y decidió esperar más allá de lo que veía. La muerte, que fue el primer misterio, pone al hombre en el camino de los otros misterios, eleva su pensamiento de lo visible a lo invisible, de lo pasajero a lo eterno, de lo humano a lo divino”[2]

La separación de nuestros seres queridos ha sido y seguirá siendo uno de los acontecimientos más devastadores que podemos vivenciar, y aunque nos resistimos a aceptarlo pertenece a la comedia de la existencia. Morir hace parte de nuestra naturaleza y darle un valor ritual es parte de cada cultura, no hay cultura que no se caracterice por su manera de manifestar la pérdida y el duelo.

”Cada civilización trata la muerte a su manera, por lo cual no se parece a ninguna otra; y cada una tiene sus formas sepulcrales; pero no sería ya una civilización si no la tratara de alguna manera (…)”[3]

“Toda cultura se caracteriza por su manera de aprehender y tratar la muerte; sus propios ritos fúnebres, sus práctica de duelo y sepultura, su propia valoración de la existencia, de la vida colectiva o de la vida individual. No hay cultura sin culto a los antepasados, sin ritualización del duelo, sin lugares y modos institucionales de sepultura”[4]

Quizás más trágico que ese momento es precisamente la ritualización del duelo, este comprende una serie de etapas, todas de igual importancia, y es que la muerte por más natural que sea, es el misterio que nos humaniza. El trabajo del duelo, cuando la muerte nos visita, se lleva a cabo a partir de los recuerdos vivenciales, materiales, afectivos y entre más nítida es la imagen del ausente, más estremecedora es la experiencia. Lo que quiere decir que lo que se imagina no se pierde, por lo menos en nuestra memoria. Ese valor de la imagen en el proceso de duelo es recurrente no solo en la fotografía; los exponentes del séptimo arte han producido cintas en las que se refleja una vez más el hecho de la muerte y el trabajo del duelo para citar algunos: Sexto Sentido, Tan lejos y tan cerca o su versión hollywoodense Ciudad de Angeles, Ghost, Hiroshima Mon Amour.

“El trabajo del duelo pasa así por la confección de una imagen del otro que vale por un alumbramiento. Si esa génesis se confirma, la estupefacción ante los despojos mortales, descarga fundadora de la humanidad, llevaría consigo a un mismo tiempo la pulsión religiosa y la pulsión plástica”[5].

El enfrentamiento con el cuerpo nos lleva a esa pulsión fundamental cuando nos reflejamos en el espejo de la decadencia, y la pérdida. Nos sentimos llevados a otro lugar donde la imagen se convierte en la presencia ausente del objeto perdido, y todo lo que nos queda es la nostalgia, la melancolía que nos dice cómo llenar el espacio vacío de la extinción.

In Memoriam es un homenaje en medio del duelo y significa la manera más poética de acercarse al que ya se ido, es reconocer la pérdida en todos los aspectos, y liberar sentimientos para reinventar la imagen del ausente. Las imágenes fotográficas, casi siempre tan evadidas en el trabajo del duelo, son justamente el apoyo para este trabajo; una imagen que se dibuja en medio de poemas, canciones y frases que amplían la mirada de la pérdida, sin desconocer que los sentimientos de tristeza y nostalgia, no impiden descubrir y expresar la belleza aun en el dolor.

[1] Aninat, Teresita. Tesis de grado “EN MEMORIA”. Universidad de Chile. 2004. Pág. 46
[2] Op. Cit. Debray, Regis. VIDA Y MUERTE DE LA IMAGEN. Ediciones Paidós Ibérica, S.A.,
Barcelona, 1994 Pág. 26
[3] DEBRAY, Regis. VIDA Y MUERTE DE LA IMAGEN. Ediciones Paidós Ibérica, S.A.,
Barcelona, 1994. Pág. 25
[4] DERRIDA, Jacques. Aporías; Morir – esperarse(en) “los límites de la verdad” Editorial
Paidós, Barcelona, 1998. Pág. 77
[5] DEBRAY, Regis. Vida y Muerte de la Imagen. Ediciones Paidós Ibérica. Barcelona,1994.Pág. 26

1 comentario:

  1. ANGELA MARIA: COMO ERES DE GRANDE EN TUS HACERES, MAGNIFICAS LO QUE HACES, ME GUSTA TUS PROFUNDAS REFLEXIONES ENTRE LA INELUDIBLE DISCUCION DE VIDA Y EL DECESO.

    EL QUE ESCRIBE

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