miércoles, 29 de agosto de 2007

Del Jardín de la Memoria


Del jardin de la Memoria. Libro de Artista, 2007.


Llevar a cabo el elogio del olvido no implica vilipendiar la memoria, y mucho menos aún ignorar el recuerdo, sino reconocer el trabajo del olvido en la primera y detectar su presencia en el segundo...

…recuerdos o huellas, volveremos más adelante a ellos-, lo que queda es el producto de una erosión provocada por el olvido. Los recuerdos son moldeados por el olvido como el mar moldea los contornos de la orilla

Marc Augé

“Del jardín de la memoria” corresponde al inventario de palabras que se encuentran ligadas al conjunto de recuerdos más asidos a la memoria convocados a través del tiempo, por medio de éxodos o sencillamente porque reaparecen de manera fugaz sin ser citados como nos recuerda San Agustín cuando recurre a la memoria para pedirle algo:
“…a veces el recuerdo espontáneamente se presenta, pero en otras ocasiones tarda en venir, como si llegara de secretos y remotos receptáculos. A veces los recuerdos se presentan mientras yo busco otra cosa y se me plantan en medio, como diciendo: “¿Somos nosotros lo que andas buscando?”. Yo aparto entonces de la mente esas imágenes como con la mano y suprimo su recuerdo hasta que salga de en medio de la nube y se me presente con claridad el recuerdo que busco”[1].

La memoria atesora los recuerdos a través de imágenes después de acceder por los sentidos como cruzando una puerta, ya que no podemos retener las cosas físicamente; de esta manera, la imagen constituye el modo de reafirmar su presencia y su paso en un momento de nuestra vida y podemos tener acceso a ellas evocándolas, de esta misma forma regresan al lugar de donde fueron despertadas.
El inventario o glosario es una mínima parte del imaginario que se ha fundado en la memoria como producto de vivencias que marcan y dejan huellas que solo el olvido puede borrar. Son palabras-imagen, palabras-visuales, muchas de ellas también presentes en el imaginario colectivo.

Así pues, la memoria conserva desde colores y formas, percepciones sonoras, sabores, olores hasta recuerdos de lo blando, lo duro, lo suave y lo áspero; incluso las doctrinas de las artes liberales, es decir, de la Memoria Intelectual de la que hace referencia San Agustín:

“…en ella se conservan todos los conocimientos adquiridos en el estudio de las artes liberales que no han sido olvidadas todavía, y están como bajo custodia en un lugar todavía más interior, aunque este no es en realidad un lugar. En esta memoria no tengo ni lugares, ni imágenes, sino que en ella poseo las realidades mismas. Porque la idea de lo que es la literatura y el arte de disputar y el discernimiento de los diversos géneros en que se dividen las cuestiones; y todo cuanto de eso he llegado a saber lo conservo en la memoria de un modo tal que no queda fuera de mi aquello cuyas imágenes conservo”[2].

Para citar algunas de esas palabra-imagen que reposan en lo más secreto, tomadas del libro Del Jardín de la Memoria:
Duelo
olvido
Remendar
padrenuestro
Poética del olvido
Tejer
amá
cronopios
Tejido
muerte
Pérdida
arroz con leche
Fragmento
agujas
Enero 5
maternidad
Madre
canción
Casa
pasado
Vestido
Nicolás
Enoe
Ulises
Ofelia
familia
Mujer
cinco p.m.
Santa teresa
hilo
Tiempo
Las Estaciones de la Vida

En el tema de la memoria el olvido también cumple un papel muy importante en tanto que es un componente más de la memoria.
A los recuerdos que ya ha velado el peso del olvido, como los recuerdos de la primera infancia que difícilmente logramos atrapar en la telaraña del tiempo. ¿En dónde ha quedado puesto?, ¿En dónde sentar la búsqueda? pero resulta que olvidar no es tan desfavorable como parece, vale la pena recordar, pero también dejar desvanecer y olvidar.

[1] SAN AGUSTIN. Confesiones. Ediciones San Pablo. Buenos Aires, Argentina. 1994. Pág. 314.
[2] SAN AGUSTIN. Confesiones. Ediciones San Pablo. Buenos Aires, Argentina. 1994. Pág. 318.

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